
A finales del siglo pasado ya comenzamos a oír a expertos diciendo que el sedentarismo y las consecuencias derivadas de este comportamiento serían la pandemia del siglo XXI. En la actualidad, esta previsión se ha hecho realidad, convirtiéndose las enfermedades, derivadas de este comportamiento sedentario en la cuarta causa de muerte a nivel mundial. Estos datos lamentablemente no mejoran en nuestro país con cifras tan escalofriantes como que 6 personas cada hora mueren por enfermedades directamente relacionadas por esta falta de actividad física. Además, es importante destacar que esta situación impacta directamente en un incremento del gasto sanitario, estimándose en España en 5.000 millones de euros al año.
A pesar de este escenario tan demoledor los seres humanos disponemos del antídoto para cambiar esto. Este antídoto es la actividad física regular incorporada en nuestros hábitos diarios; pero si sabemos las consecuencias de la inactividad física y tenemos el antídoto para ello, ¿por qué no lo usamos? Para contestar a esta pregunta podemos revisar el último Eurobarómetro publicado recientemente, en el que se muestra que el mayor impedimento es la falta de tiempo. Sin embargo, este dato se contradice enormemente con la media de consumo diario de televisión por persona, que en España es de 240 minutos. Por tanto, podríamos llegar a la conclusión de que disponemos de tiempo, pero no lo usamos para mejorar nuestra salud. Recordemos que lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud son 150 minutos/semana de actividad física moderada o 75 minutos/semana de actividad física vigorosa.
Todos los organismos públicos y privados, tenemos la responsabilidad y la obligación de cambiar esta tendencia. Es importante educar desde la infancia para que se adopten y se incrementen comportamientos activos, niños activos se convertirán en adultos sanos. En la educación integral de la persona debe estar presente este pilar y de ello debemos ser conscientes también en las universidades, apostando por el fomento de la actividad física y el deporte en estudiantes, profesores y demás personal que compone el colectivo universitario. Si bien es cierto que la responsabilidad última está en cada individuo, nuestro estilo de vida no solo nos afecta individualmente, sino que también impacta en nuestro entorno y, por consiguiente, en la sociedad. Está en nuestra mano convertirnos en individuos más activos y más sanos ya que disponemos de la fórmula para hacerlo posible. ¿Empezamos?